Cuando hablamos de Atenas monumental nos estamos refiriendo esencialmente a la parte más reconocible de la capital helena. Visitar una de las ciudades más clásicas del mundo supone, necesariamente, ver la Acrópolis y sus alrededores. Sin embargo, hay que hacer una buena planificación de dicha visita. Debemos tener en cuenta que entrar en cualquier museo supone el empleo de mucho tiempo en esa actividad. Eso quiere decir que tendremos que restar tiempo a otras visitas o bien ampliar el número de días del viaje.
Atenas monumental
El mejor comienzo para ese primer día es, desde nuestro punto de vista, comenzar por visitar la Acrópolis. Para llegar a la misma, y siempre dependiendo de dónde esté nuestro alojamiento u hotel, debemos elegir qué forma de transporte público queremos usar. Lo más aconsejable suele ser el metro, a pesar de que solo dispone de 3 líneas que cruzan la ciudad. En este caso, la estación de Acropoli (línea 2) es la que mejor situada está. Junto a la misma encontraremos el primer lugar al que podemos acceder: el Museo de la Acrópolis.
En caso de disponer de tiempo, merece mucho la pena ver sus salas interiores. Pero si no fuese posible, se puede ver la parte exterior del edificio. Ahí encontraremos restos arqueológicos en el suelo visibles para el público en general. Desde ahí, se sigue camino por Dionysiou Areopagitou hasta llegar a la zona de venta de entradas.
Recorrido por la Acrópolis
La entrada cuesta 20 euros y permite ver muchas cosas del interior del recinto arqueológico. Por 10 euros más podremos incluir otros lugares que visitar y que no están en la zona. Esa valoración hay que hacerla previamente. Nuestra consideración es que merece la pena pagar 30 euros para ver más de la Atenas monumental.
Desde las taquillas comienza un breve recorrido ascendente por la colina del recinto. Una de las primeras cosas que veremos a nuestra derecha será el Odeón de Herodes Ático. En verano se usa para representar obras de teatro, conciertos y danza en el Festival de Atenas. Continuando por la ruta, lo siguiente que encontramos son los Propileos, la puerta de acceso occidental a la Acrópolis, y que fue diseñada por el arquitecto Mnesicles. A la derecha de las puertas se puede ver el Templo de Atenea Niké, que fue construido en el siglo V a.C. según el proyecto de Calícrates, quien diseñó un templo de estilo jónico en contra del orden dórico del resto de edificios de la Acrópolis.
El Partenón
Avanzando un poco más, se puede contemplar el Partenón, el edificio más importante de todos los que componen esta zona monumental. Este templo estaba dedicado a Atenea, diosa protectora de la ciudad de Atenas. Se construyó en estilo dórico durante el siglo V a.C. La obra fue iniciada por Pericles y los arquitectos fueron Ictino y, nuevamente, Calícrates. Desde los alrededores de la Acrópolis, las vistas de Atenas son muy buenas. Se puede ver el teatro de Dioniso, el colina de Filopapos, el Templo de Zeus Olímpico, el estadio Panathinaikó, el Templo de Hefesto y otras cosas.
Tras dar una vuelta, se puede ver el Erecteion, un templo erigido en honor a Atenea, Poseidón y Erecteo, mítico rey de la ciudad de Atenas. Es de orden jónico y se construyó a finales del siglo V a.C. bajo las órdenes de Mnesicles. Destaca por uno de sus lados, donde se encuentran las Cariátides -figura femenina esculpida-. Es el lugar donde se encontraba la tumba del mítico rey Cécrope. Desde allí nos dirigimos de nuevo a los Propileos para salir en dirección al Aeropagus o monte de Marte.
Ágora antigua
Continuamos bajando la colina por un estrecho camino y pudimos ver algunos de los edificios que están situados en el Ágora Antigua, como la iglesia de los Santos Apóstoles o el Palacio de los Gigantes. Sobre los demás edificios, caben destacar el restaurado Pórtico de Atalo, actual sede del Museo del Agora; y el templo de Hefesto, en gran estado de conservación. Construido en el año 449 a.C., posee 36 columnas y un friso en el lado oriental. Éste representa 9 de los 12 trabajos de Heracles. Conviene dar un paseo con calma para poder ver todo lo que hay en el Ágora Antigua.
La visita de esta zona monumental termina en una salida a la calle Adrianou. Nos encontraríamos así junto a la estación de metro de Monastiraki. Entraríamos así en una de las zonas más concurridas de Atenas: el barrio de Plaka. Se trata del mejor momento para comer, y encontraremos opciones de todos los tipos que nos podamos imaginar.
Barrio de Plaka en la Atenas monumental
Dentro de Plaka, una de las zonas por las que conviene pasar es Anafiokita. Es la zona más pegada a la colina donde se encuentra la Acrópolis. Se trata de un pequeño laberinto de calles estrechas y tranquilas, propias para los peatones. Si queremos comprar regalos para la familia y los amigos, en Plaka encontraremos las mejores tiendas.
Siguiendo la visita por la Atenas monumental, y ya para concluir la visita del primer día, conviene acercarse a las zonas que guardan vestigios de la época romana de la ciudad. Uno de los edificios que se pueden destacar es la Biblioteca de Adriano, erigida alrededor del año 132 d.C. y que estaba rodeada por 100 columnas, de las cuales no quedan muchas en pie.
Ágora romana
Pero sin duda alguna, el mayor recinto arqueológico de la época es el Ágora romana. Era el centro social de la ciudad de Atenas durante el gobierno romano. En dicho recinto, que queda a los pies de la Acrópolis, cabe destacar principalmente la puerta de Atenea Arkegetis, flanqueada por 4 columnas dóricas y que aún se conserva en muy buen estado, así como la Torre de los Vientos, construida en el siglo II a.C. por el astrónomo Andrónico. Esta construcción realizaba las funciones de reloj de sol, veleta, reloj de agua y brújula. Más tarde se convirtió en una iglesia y se utilizó para derviches durante el dominio otomano.